
«Cuando el hombre le abrió la puerta de aquella vieja vivienda, el fuerte olor que se desprendía se dió de bruces contra su cara y, en un acto casi instintivo, dió un paso para atrás.
Pensó entonces en otros tiempos, que ahora se antojaban lejanos, y en aquellas visitas a domicilio en las que no llevaba mascarilla. Recordó por un instante cómo los olores invadían su pituitaria y se llegaban a alojar en su bulbo olfatorio durante horas, permitiéndole tener su particular registro olfativo de personas atendidas a lo largo de sus años de trabajadora social.
Tras las orientaciones previas que le habían llegado sobre el caso, la situación sanitaria actual en ese municipio y las primeras impresiones en las entrevistas mantenidas en el despacho; en el mismo momento en que se abrió esa puerta se sintió orgullosa de si misma por haber tenido la suficiente anticipación para colocarse una mascarilla ffp2 cubierta por una mascarilla quirúrgica; lo cual, sin duda, aminoró el impacto olfativo.
Y aunque su instinto más primitivo de huida hubiera aflorado ante los fuertes olores que fluían de aquella vivienda; como un resorte, su propio cuerpo reaccionó oponiéndose a ello al tiempo que se esforzaba por dibujar una sonrisa a través de sus ojos acompañando aquel «buenos días, tal y como acordamos, vengo a conocer su casa para tramitarle el Servicio de Ayuda a Domicilio del que estuvimos hablando el último día. ¿Puedo pasar?».
Tan solo seis semanas después de la puesta en marcha del servicio de ayuda a domicilio, el cambio era realmente sorprendente.
La auxiliar había logrado eliminar el hedor de la vivienda.
Había conseguido desalojar la basura de botellas vacías, cartones y restos de comida que se acumulaban en la despensa. La antigua cocina de butano, había recuperado su antiguo blanquecino color.
Ya no se te pegaban los pies al caminar por la casa, y los azulejos comenzaban a recuperar el color que algún día debieron tener.
También habían pintado las paredes de la planta inferior; eliminando así los restos en algunas de ellas de lo que me había reconocido eran salpicaduras de vómitos, sumados a los posos negros del humo de la estufa.
Tan sólo quedaba una habitación por desalojar, en la que se amontonaban un montón de ropas sobre un viejo camastro.
La higiene personal había mejorado notablemente, motivo que sin duda influía en aquel arrugado rostro que ahora la miraba devolviéndole la sonrisa de agradecimiento profundo.
En Castilla-La Mancha, según la Ley 14/2010, de 16 de Diciembre, de Servicios Sociales, el Servicio de Ayuda a Domicilio tiene por objeto atender las situaciones de dependencia ya sean laborales, económicas, educativas, sanitarias, personales y sociales, que dificulten que la persona o unidad familiar pueda desenvolverse con autonomía en su domicilio y entorno habitual, favoreciendo las condiciones necesarias que hagan posible la permanencia en su medio habitual de convivencia en condiciones adecuadas.
Para ello se proporcionará en el domicilio tanto atención personal, como a las necesidades de la vivienda, así como orientación para proporcionar estrategias que permitan a la persona y a la unidad familiar adquirir un mayor nivel de autonomía completando siempre la labor de la unidad familiar.
Después de tantos años de trabajo, puedo decir que el Servicio de Ayuda a Domicilio transforma realidades.
No todos los casos sobre los que se interviene son tan complicados como el relato con el que abro esta entrada.
En ocasiones el poder intervenir de forma preventiva, previene mayores deterioros y situaciones de higiene y limpieza tan desbordadas; e incluso situaciones de desprotección de menores.
Pero quién haya trabajado en Servicios Sociales de Atención Primaria, ha tenido que intervenir en al menos un caso como el que expongo arriba.
«Servicios de alto impacto» los bauticé yo.
Cuando ves trabajar a una Auxiliar de Ayuda a Domicilio en uno de estos servicios, es cuando realmente valoras el papel que juegan estas grandes profesionales en el ámbito social. Una labor a veces silenciosa, no siempre (por no decir nunca) reconocida, mal pagada, con condiciones (en ocasiones) precarias de trabajo, y de un fuerte impacto a nivel emocional y físico.
A menudo me pregunto cuántas de nosotras y nosotros, valdríamos para ponernos los guantes y untar de crema de arriba a abajo a un señor de casi cien años, en puro pellejo, totalmente encamado; con absoluta paciencia, dedicación y empatía.
Cuántas y cuántos aguantaríamos toda la jornada laboral corriendo de una casa a otra, sin apenas tener tiempo de respirar: «sube escaleras, limpia el suelo, ahora dale a los azulejos que parece que salpicó ayer mientras meaba, baja la basura, baña a dos personas en situación de dependencia, vísteme, recoge el baño y pon la lavadora, baja escaleras, corriendo que llegas tarde a la farmacia a recoger medicinas, mejor me pasó ya por la carnicería, otro servicio con aseo personal, limpia el polvo, plancha, sube escaleras, que te vas cinco minutos antes, corre hacia la otra punta del pueblo al siguiente usuario, si ayer llegaste cinco minutos después, limpia el baño, haz la cama, prepara la comida, avisa al médico, hoy toca coordinación con la trabajadora social, revisa la medicación, paseo y acompañamiento, corre que llegas tarde otra vez, recuérdale que mañana tiene médico, cambia sábanas, limpia baño, haz la cama…»
Y aún me dejo otras 50 tareas más que pueden llegar a hacer en 8 horas laborables. Siempre corriendo, siempre dándolo todo.
Si alguien se merece un verdadero reconocimiento por su labor, su esfuerzo diario, su gran empatía y su capacidad de trabajo y adaptación; son las Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio.
En estos 15 años de experiencia como Trabajadora Social en Servicios Sociales de Atención Primaria en el entorno rural de Castilla-La Mancha; si he de sentirme afortunada por algo, es por haber tenido la oportunidad de trabajar al lado de grandes profesionales en la atención domiciliaria.
He de decir que yo a algunas les convalidaría unas cuantas carreras universitarias. A veces siento que bien podrían ser médicas, enfermeras, trabajadoras sociales, psicólogas, mediadoras familiares, o incluso atletas profesionales. Dudo mucho que sean conscientes de la cantidad de capacidades y aptitudes que tienen.
Así que desde mi punto de vista; las auxiliares del servicio de ayuda a domicilio se encuentran infravaloradas a nivel laboral y social y, por supuesto, perciben un salario muy por debajo del valor añadido que ofrecen con su trabajo.
Hay auxiliares que cuando las ves en plena faena, sientes que estás viendo una obra de arte.
Durante el confinamiento, fueron unas auténticas heroínas: «si sólo me ven a mí», me decían.
Recuerdo las mañana más duras, cuando les mandaba un mensaje a todas ellas de buenos días y les recordaba que ellas eran el único nexo de unión entre el mundo exterior y las personas que estábamos atendiendo. «Os toca tranquilizarles y darles esperanzas», les decía.
Recordamos al personal sanitario combatiendo el virus enfundados en bolsas de basura; pero las auxiliares tampoco tenían material los primeros días. Y aún así, siguieron atendiendo con la misma dedicación.
Si ya las admiraba antes; tras el Covid se ganaron mi devoción. Y realmente me entristece cuando hay familias que no ven todo lo que el servicio de ayuda a domicilio y la profesional del mismo, hacen y aportan a su familiar.
Son las que consiguen que las personas continúen viviendo en su entorno a pesar de la pérdida de autonomía. Las que les ofrecen una verdadera calidad de vida en la última etapa de su proyecto vital. Incluso son las que cogen sus manos en el último adiós.
De lo que más disfruto a día de hoy es de las supervisiones de apoyo que realizo con ellas.
Hace años que desde el equipo se decidió mantener reuniones de coordinación en las que se ofreciera una supervisión de apoyo con la auxiliar enfocada más a trabajar el impacto emocional, las dificultades que encontraban en el servicio, el refuerzo de sus potencialidades y la descarga emocional.
En el trabajo diario fluye de forma espontánea y en ocasiones no estructurada.
Se trata de facilitar un espacio en el que la profesional pueda expresar los sentimientos que le provocan las dificultades que encuentra en el servicio. Descargar y analizar sus emociones. Reflexionar sobre su propia intervención. Trabajar el duelo tras el fallecimiento de las personas atendidas.
Con el Covid se intensificaron este tipo de espacios. También he de decir que los he adaptado. Evito que sean en el despacho. Nunca en las viviendas. Siempre en un entorno de confidencialidad y comodidad.
Tener un espacio con ellas tras el fallecimiento de una o uno de los usuarios es básico. Nos ayuda a despedirnos de la persona en calma. Valorando todo lo positivo que se ha trabajado en el caso y analizando de cara a nuevas situaciones.
Se trata de aprender juntas, aunque reconozco que siempre me enseñan más ellas a mí.
Hay muchas cosas que aún se deben mejorar en el Servicio de Ayuda a Domicilio regional, pero mi interés aquí es visibilizar el gran trabajo que realizan sus profesionales.
Reclamar una regulación donde se adapten las características del servicio al territorio. Se equiparen condiciones laborales y se mejore la financiación para facilitar la cobertura de profesionales en aquellos municipios aislados y con poca población en los que las auxiliares tienen que venir desde otros pueblos cercanos; así como asegurando las sustituciones en períodos vacacionales.
Una mayor financiación pública aseguraría un Servicio de Calidad, que dé respuesta inmediata a las situaciones sociales que precisan dicha intervención, favoreciendo la permanencia en el entorno, fijando población y generando empleo estable en zonas despobladas.
He de decir que en Castilla-La Mancha y concretamente en la zona rural; la gran labor realizada por sus profesionales y la labor de difusión y universalización alcanzada gracias también al trabajo de los equipos de servicios sociales, ha conseguido que la población valore este como un servicio básico e imprescindible.
Si bien, aún queda mucho trabajo por hacer para conseguir que el servicio continúe siendo público, ágil, adecuado y accesible a todos los municipios y personas de la región.
Es responsabilidad tanto de las administraciones públicas como de las y los profesionales del trabajo social, continuar trabajando por ofrecer un servicio de calidad y universal desde el que poder revertir situaciones complejas a nivel social en el domicilio de la propia persona asegurando su permanencia en el entorno y previniendo la institucionalización en centros residenciales de personas que, gracias a este tipo de servicios de proximidad, pueden continuar residiendo en su propio domicilio.
Saludos cordiales desde Málaga. Buen fin de semana.
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Señora Noelia creo en mi opinión que lo que usted tiene por un auxiliar.ayd.a domicilio es muy diferente y como usted miles de lo que verdaderamente es este atiende según las necesidades del usuario que muchas veces es limpieza pura y dura supongo que usted será de las aux de fregonas escurridas y movil en mano para echar tiempo fuera pero muchos golpes de pecho……esto es otra cosa,es cubrir la necesidad de aquel que no puede cubrirla por si mismo,este trabajo requiere vocación,mucha vocación para no hablar sandeces.
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Yo también soy auxiliar de ayuda a domicilio y oor desgracia, no puedo estar de acuerdo con este artículo. Cuando se dan situaciones como estas, que por desgracia las hay, la solución no es mandarnos a nosotras, ya que no somos ni limpiadoras, somos auxiliares del SAD. Lo que se debería hacer es una limpieza de choque y luego mandarnos a nosotras. No estamos ‘para quitar las botellas vacías», no estamos para «blanquear una cocina amarillenta»…estamos para cuidar a las personas, mantener una limpieA de hogar rutinaria (no en profundidad), aportarles compañía, hacerles sus compras…..flaco favor nos hace si la imagen que tiene de auxiliar del servicio ayuda a domicilio es esa…..Estoy con.pletamente de acuerdo en que en nuestra profesión es una profesión preciosa, necesaria y gratificante. Danos calidad de vida en muchos aspectos, en todos los usuarios que atendemos, pero no estamos para limpiezas de choque. Va siendo hora de que se nos valore profesionalmente por lo que somos.
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Soy auxiliar desde hace 12 años,me tocó realizar un «servicio de alto impacto»Es duro,pero gratificante a la vez ver cómo se consigue crear nuevos hábitos al usuario….Me he sentido identificada con el servicio q has descrito!!!
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Me alegra que te haya gustado y que haya conseguido reflejar el trabajo tal y cómo es. Enhorabuena por el trabajo que realizas!
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Me ha gustado mucho el reportaje, tendría q verlo o llegar a muchas personas para q se nos reconozca nuestra labor, soy ayuda a domicilio en alcañiz comarca Bajo aragon
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Muchas gracias Maite. Espero que tenga mucha visibilidad y sirva para dar a conocer y reconocer el gran trabajo que hacéis. Un abrazo fuerte!
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